martes, 29 de octubre de 2013

Radioactividad y Tabaco


Para comenzar situaré al lector en el año 2006 y rescatando noticias de ese año, nos encontramos con la muerte de un antiguo agente secreto del KGB en un hospital de Londres en circunstancias sospechosas, concretamente, envenenado. 

El veneno que acabo con su vida, un isotopo radiactivo llamado “polonio 210”, se encuentra mucho más extendido de lo que nos podemos imaginar. Al año en el mundo se fuma unos seis billones de cigarrillos, cada uno de ellos contiene una pequeña cantidad de polonio 210 que termina en los pulmones. Para un fumador de un paquete y medio diario, inhala a lo largo del año una radiación equivalente a la de 300 radiografías de tórax. 


Hay que decir que el polonio no es el principal carcinógeno del tabaco (produce el 2% de los cánceres de pulmón debidos al tabaco), existen otros como por ejemplo (y por nombrar alguno) el benzo-alfa-pireno que actua diractemente sobre las bases nitrogenadas del DNA cambiando pares y produciendo mutaciones. Pero a diferencia de otros, el polonio, se podría erradicar de una manera, relativamente sencilla y evitar las miles de muertes que se producen al año relacionadas directamente con el . 

Este dato, como el lector puede imaginar, no era ni es desconocido por las tabaqueras que conocen su existencia desde mucho antes que el autor de este blog naciera, unos 50 años. Pudieron hacer algo pero decidieron no hacer nada y mantenerlo en secreto.

Descubrimiento del polonio 210 en el tabaco 

Como tantos otros descubrimientos , por ejemplo los rayos X, se obtuvo casi por casualidad. En los años 60 y en plena crisis de guerra fría y carrera espacial los efectos de la radiactividad sobre la salud tenía mucho interés entre los expertos. La radio-química Vilma R. Hunt y su equipo habían desarrollado una técnica para medir niveles muy bajos de radio y polonio. Como es natural y debido a la naturaleza inquieta y curioso del científico Hunt cogió unas muestras de cenizas de un cigarrillo de unos de sus compañeros y la analizo. Los resultados de su análisis fueron asombrosos. 

Al contrario de lo que esperaba no encontró ninguna traza de polonio en las muestras de cenizas, esto la dejo sorprendida, ya que , ningún material orgánico analizado por Hunt, incluidas las plantas, había arrojado un resultado negativo para el polonio si el radio estaba presente. Sin embargo, y aquí está la respuesta, a la temperatura de combustión del tabaco, el polonio se volatiza. Hunt dedujo que el polonio ausente debía pasar al humo y , en consecuencia, a los pulmones del fumador. 

En 1965 el radiobiólogo y médico John B. Little examinó el tejido pulmonar de fumadores en busca de huellas de polonio. La tarea no fue nada fácil por un lado extraer muestras de tejidos en fumadores vivos era demasiado invasiva y con los cadáveres el problema radica en que la mucosa que recubre el pulmón desaparece a las tres o cuatro horas del fallecimiento, con lo que obligaba a extraerla justo después de la muerte del paciente. Little acabo demostrando la presencia de polonio en zonas especificas del pulmón: los isotopos se depositan en las bifurcaciones de bronquios, bronquiolos y alveólos, emitiendo partículas alfa. 

Como llega el polonio al tabaco 

El polonio 210 es un subproducto de la desintegración del plomo 210. Se especulaba con dos posibilidades. 

- Los productos de la desintegración del radón 222 se depositaban en las hojas de la planta. - La planta absorbía plomo 210 de la tierra fertilizada. 

Más tarde se comprobó que se daban los dos procesos. El departamento de agricultura de los EEUU en 1966 consideró la presencia de polonio en los abonos y analizaron los fertilizantes. Los resultados fueron que los abonos comerciales contenían unas trece veces más radio 226 que la mezcla lo que deriva en una cantidad siete veces mayor de polonio en las hojas. En 1974 se reviso el estudio y se concluyo que las tierras tratadas con fertilizantes elaborados a partir de fosfatos ricos en uranio emitiría radón a la atmosfera. El radón se desintegraría en plomo 210 y este se depositaría en las tricomas, los miles de filamentos que recubren las hojas de la planta del tabaco. 



Acumulación del polonio 210 en el pulmón 

Durante un tiempo se acepto que la radiación proveniente de los productos desintegrados por el radón constituían la causa principal del elevado riesgo de cáncer que sufrían los trabajadores de las minas de uranio. 

Eso llevo a Eduard Martell del Centro Nacional de Investigación atmosféricas estadounidense, a concluir que la exposición crónica de los fumadores a dosis bajas y concentradas de polonio 210 podía suponer la causa principal del cáncer de pulmón y quizá de otros. 



Un fumador inhala polonio con cada calada. En consecuencia, y por más que la dosis de polonio 210 fueran relativamente bajas, la elevada exposición asociada a la vida del fumador aumentaría el riesgo de desarrollar cáncer. La pruebas que se realizaron en laboratorio con hámster , introduciendo polonio en la tráquea de los mismos confirmaron la hipótesis: aunque las dosis habían sido pequeñas y los tejidos nunca se inflamaron, el 94% de los hámsteres desarrollaron tumores pulmonares. Debemos recordar que los principales riesgos del tabaco además del polonio están en los hidrocarburos aromáticos policíclicos que contienen y las nitrosaminas. 

Para concluir destacar que estas investigaciones realizadas hace ya casi 5 décadas se han comenzado a tener en consideración a partir del año 2009 tras la aprobación de la Ley para el Control del Tabaco y la Prevención del Tabaquismo en la Familia, la Sociedad Americana del Cáncer invoco esa legislación con el objetivo que la industria tabaquera revelara los venenos de sus productos. 


Bibliografía: Polonium 210: A volatile radioelement in cigarettes. Edward P. Radford Jr. Y R.Hunt en Sciencie enero 1964. Puffing on Polinium. Robert N. Proctor en The New York Times. Diciembre 2006. The Polonium brief: A hidden history of cáncer, radiation, and tabacco Industry. Brianna Rego Septiembre 2009. Prensa Científica.

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