Introducción
Existen
derivados de la marihuana que
contribuyen a reducir el crecimiento de algunos tipos de tumores, entre ellos,
el glioma un tipo de tumor cerebral.
Ya
es conocido desde hace tiempo el uso de la marihuana, como droga no legal,
en entornos de ocio en nuestra sociedad así como sus efectos nocivos. Pero en
está entrada me voy a centrar en otra vertiente menos conocida y bastante de
moda (especialmente por grupos defensores de la legalización del cannabis) del
uso de algunos derivados de la
marihuana; el uso terapéutico. A
diferencia de otros blogs consultados, está entrada intentará tratar con rigor y lo más resumidamente posible las bases bioquímicas de su principio activo con
la intención de no agotar al lector, dejando para otra entrada el debate sobre los miles de millones de dólares que puede proporcionar este negocio, especialmente para las farmacéuticas.
Desde
la antigüedad se ha usado extractos de cannabis con el objetivo de tratar enfermedades,
está claro que antiguamente se utilizada bajo criterios puramente de causa y
efecto ( te duele, te lo tomas y desaparece el dolor).
Afortunadamente hoy un
día contamos con equipos de investigadores eficientes que dan la explicación
bioquímica que todo proceso molecular requiere, dotándolo de una base
científica que justifica su uso medicinal.
Antecedentes
Bioquímicos. Principio activo de la marihuana
THC
(∆⁹-tetrahidrocannabinol) es el principal principio activo de la marihuana y
fue descubierto en la década de los noventa del siglo pasado. El THC canaliza
gran parte de sus efectos mediante su unión a proteínas especificas de la
membrana: los receptores CB₁ y CB₂.
Dichos
receptores forman parte de un sistema de comunicación celular implicado en la
regulación de numerosas funciones fisiológicas (sistema cannaboide endógeno).
De esta forma, la mayor parte de los efectos de la marihuana se deben a la
capacidad del THC para mimetizar los efectos de los endocannaboides, compuestos
endógenos generados por el organismo, que se unen a estos receptores.
Diversos
fármacos que contienen THC u otros análogos sintéticos de este cannabinoide se
han aprobado o están en vías de serlo en Estados Unidos, Canadá y algunos
países europeos para su utilización como agentes antieméticos (inhibidores de
la nausea y el vómito) y estimuladores del apetito en pacientes sometidos a
quimioterapia, pacientes de anorexia y pacientes de caquexia entre otros.
A
estos efectos paliativos , experimentos llevados a cabo durante los últimos
años por diversos laboratorios – incluido
el Departamento de bioquímica y biología molecular I de la facultad de Biología
de la U.C. Madrid – han puesto de
manifiesto que la unión de THC u otros compuestos cannabinoides a los
receptores de cannabinoides reduce el crecimiento de tumores derivados de
varios tipos de células tumorales: glioma (tumor cerebral), canceres de mama,
próstata, páncreas o carcinoma hepático. Esto ayudaría a la posible utilización
de tales compuestos como fármacos antitumorales.
Efecto antitumoral de los cannabinoides
Este
efecto se basa en la capacidad que tienen estos compuestos para inducir la
muerte de las células tumorales, pero ¿qué eventos bioquímicos activan este
proceso?.
De
manera más inmediata uno de los cambios que ocurre es la estimulación de la
biosíntesis de
esfingolipidos (lípidos que desarrollan un papel importante en la comunicación
y estructura celulares) y su acumulación en el orgánulo donde tiene lugar dicho
proceso: ER (retículo endoplasmático).
En este orgánulo se produce la síntesis lipídica,
síntesis y plegamiento de proteínas así como el almacenamiento de calcio.
Cuando en este orgánulo se produce alguna alteración como por ejemplo,
acumulación de proteínas mal plegadas, se activan una serie de mecanismos de
respuesta al estrés del ER para restablecer su normal funcionamiento. En
ocasiones, la intensidad o duración del estimulo que ha motivado la alteración
conduce a la apoptosis celular (muerte celular programada).
El
mecanismo de acción antitumoral se podría resumir de la manera siguiente:
El THC y otros ligandos de los receptores de cannabinoides promueven a
través de los receptores CB₁ y CB₂ la estimulación de la síntesis de novo de
ceramida (esfingolipido) en el ER con la ayuda de la enzima SPT. Esto activa
una ruta relacionada con el estrés del ER que promueve autofagia, apoptosis y,
finalmente, la muerte de las células tumorales. En esta ruta intervienen las
proteínas p8(factor de transcripción que controla la expresión de otras
proteínas) y unas de sus dianas, TRB3. El tratamiento con cannabinoides
favorece el aumento en los niveles de estas dos proteínas que inhiben el
señalizador mTORC1.
Conclusión
Gracias
a los avances tecnológicos que se están realizando en las herramientas
utilizadas en la investigación dentro del campo de la biología molecular, cada vez tendremos a
nuestro alcance información más detallada de cómo pueden afectar ciertas
sustancias en la aplicación en el tratamiento de enfermedades o en procesos
biológicos. Depende de nosotros hacer el uso adecuado de está información y para
ello es imprescindible conocer y saber interpretar tanto sus aspectos negativos
como positivos y tener presente que existe un grupo de profesionales
especializados que serán, en última instancia, los que nos podrán asesorar con
garantías.
Bibliografía:
- -A
Combined preclinical therapy of cannabinoids and temozolomide against glioma.
S. Torres et al en Molecular Cancer Therapeutics, vol 10, 2011
- - Material
Docente de Biología y Biofísica de Grado de Físicas (UNED).
- - Publicaciones científicas MyC 2012.